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Por qué los sistemas de pago rápidos son los reyes del efectivo del mañana.


Entre las redes de tarjetas que crean interoperabilidad con todos los sistemas de pago, desde códigos QR hasta rieles de pago en tiempo real, y los bancos que se lanzan de cabeza a las monedas estables, parece que el ritmo de los pagos se está acelerando a nivel mundial. Después de años de quejarse de los sistemas de pago lentos, costosos e ineficientes, 2024 parece un punto de inflexión en la digitalización final de los pagos globales.


El efectivo puede ser el rey, pero es un monarca torpe, agobiado por las cargas de la fisicalidad. La era digital exige un gobernante más ágil, uno que prospere en el reino de los unos y los ceros. Aparecen los sistemas de pago rápidos (FPS), las nuevas empresas de tecnología financiera preparadas para destronar al efectivo y marcar el comienzo de una nueva era de finanzas sin fricciones.


Los FPS cuentan con una propuesta simple pero revolucionaria: transferencias instantáneas entre cuentas bancarias, las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año. Se acabaron los días de espera para que se cobren los cheques o las prisas para encontrar un cajero automático un domingo por la tarde. Esta eficiencia optimizada tiene el potencial de reconfigurar nuestras interacciones financieras, impactando en todo, desde cómo dividimos la cuenta de un restaurante con amigos hasta cómo las pequeñas empresas administran su flujo de efectivo.


Pero el verdadero poder de los FPS reside en su potencial democratizador. A diferencia de los sistemas bancarios tradicionales, que a menudo pueden excluir a las poblaciones no bancarizadas o con acceso limitado a los servicios bancarios, los FPS pueden operar completamente en teléfonos móviles. Esto abre la puerta a millones de personas que han quedado excluidas del sistema financiero formal para participar en la economía digital. Imaginemos a un vendedor ambulante en una nación en desarrollo, que antes estaba limitado a transacciones en efectivo, y ahora puede aceptar pagos instantáneos a través de su teléfono inteligente. Las implicaciones para la inclusión financiera son enormes.


Sin embargo, el camino para convertirse en el rey de la jungla financiera no está pavimentado solo con buenas intenciones. Hay desafíos que los FPS deben superar antes de poder reclamar realmente la corona.


Un obstáculo importante es la interoperabilidad. Actualmente, muchos FPS funcionan en silos, incapaces de conectarse sin problemas con sistemas de otros países. Esta fragmentación crea una experiencia fracturada para los usuarios, lo que obstaculiza el potencial del comercio electrónico global y las transacciones transfronterizas. Imaginemos a un profesional independiente en Argentina que lucha por recibir el pago de un cliente en Singapur porque sus respectivos sistemas FPS no hablan el mismo idioma digital. Hasta que un nivel de cooperación internacional fomente la interoperabilidad, el verdadero potencial de los FPS seguirá sin aprovecharse.


La seguridad es otra preocupación. La naturaleza ultrarrápida de las transacciones FPS requiere medidas de seguridad sólidas para prevenir el fraude y los ciberataques. Después de todo, un sistema diseñado para transferencias instantáneas se vuelve igualmente apto para facilitar el robo instantáneo. Equilibrar la velocidad con la seguridad será un equilibrio crucial para los proveedores de FPS.


También está la cuestión de quién se encarga de construir y controlar estos sistemas. ¿Debería el poder estar en manos de los gobiernos, buscando promover la inclusión y la estabilidad financieras? ¿O deberían las empresas privadas tomar la iniciativa, aprovechando su experiencia en innovación y eficiencia? La respuesta probablemente se encuentre en algún punto intermedio, con un modelo de asociación público-privada que fomente la colaboración y al mismo tiempo garantice una gobernanza responsable.


A pesar de estos desafíos, el impulso detrás de los FPS es innegable. Su conveniencia, accesibilidad y potencial para empoderar a los excluidos financieramente los convierten en una fuerza convincente en el cambiante panorama financiero. A medida que estos sistemas maduren, resuelvan sus imperfecciones y establezcan una red global de interconectividad, tendrán el potencial de convertirse en la piedra angular de una nueva era financiera, una en la que el dinero en efectivo, el engorroso rey, finalmente sea destronado.


Esta revolución digital no ocurrirá de la noche a la mañana, pero con cada toque, deslizamiento y transferencia instantánea facilitada por los FPS, nos acercamos a un mundo en el que las transacciones financieras sean tan fluidas y omnipresentes como Internet. El futuro de las finanzas puede no ser completamente sin dinero en efectivo, pero sin duda estará impulsado por las fuerzas rápidas y ágiles encarnadas por los sistemas de pago rápido.


por Pedro Ferreira

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